10.04.2010

A la bestia también la calma el correr a ciegas por la nada…

Deja a la bestia que readquiera su memoria sensorial… ¿o seré yo la que la necesita para luchar contra la bestia?
El reencuentro con el uso del cuerpo como herramienta escénica por medio de una experiencia sensorial, el volver a despertar esa memoria corporal, me provocó algo más allá… me hizo ver cosas de mi que no había logrado concretar o me resolvió porqués que consideraba desligados entre si…
Me permití correr velozmente con los ojos vendados, venciendo la resistencia nata del cuerpo… no es que en realidad confiara ciegamente en que el grupo de compañeros el taller cuidarían que no me estampara contra la pared, sino que confío en mi, en la fuerza y en cuan resistente puede ser mi cuerpo, así como en la percepción espacial que puedo tener…
No es que sea fácil guiarme y que me deje llevar sin reservas en un recorrido a ojos vendados por que confíe en mi guía o de por hecho que me va a cuidar, o que la experiencia sensorial sería totalmente placentera, sino que , nuevamente, confío en mi, en mi cuerpo, y estoy totalmente conciente de que una experiencia sensorial puede o no ser totalmente placentera… y todo ello, por que vale la pena el riesgo, por esa sensación tan liberadora, intensa, que da el correr en la nada, caminar por un sendero imaginario, donde no hay limites que ponga la visión…
Y darme cuenta de todo ello, o dejar que mi cuerpo me lo recordara, me llevó a establecer o darme cuenta de cosas de mí en general, fue muy simbólico, por que fue un reflejo básico, elemental de cómo voy por la vida en general…
Si, soy muy atrabancada, arriesgada, me lanzo apasionadamente a vivir algo, no por que confíe ciegamente en la otra parte, o por que tenga la certeza de que estaré a salvo… realmente siempre estoy conciente de la posibilidad de hacerme daño, pero también de las posibilidades de que haya momentos placenteros, enriquecedores, reveladores, que me dan la fuerza o resistencia para cuando me haga daño… y también estoy conciente de que no todas las experiencias son placenteras o sutiles, pero algo habrá rescatable en todo ello…
Por ejemplo, en el recorrido del ángel y el ciego, mi guía con lo primero que me enfrentó, fue con una planta que picaba, ella se arrepintió de eso y trató de resolverlo enfrentándome a otras cosas, pero como quiera el sentir esa planta me dio mucha curiosidad, por que no estaba segura de qué era ni de qué era ni como era… también sentí un suelo empedrado, con semillas que calaban, o muy caliente, pero también la sensación del agua, de la altura, del pasto, de las hojas secas tronando bajo mis pies, y todo el tiempo tuve la conciencia de que habría cosas que no me gustarían o que serían irrelevantes, pero no por ello me resistí a la experiencia, ni física, ni mental, ni emocional, ni sensorialmente.
Como aventarme en bungee… como correr hasta sentir la resistencia de mis músculos y trasgredir los límites…
Así soy yo, y necesitaba que mi cuerpo me lo recordara un poco… no me arriesgo ni me lanzo con fe ciega, ni por una confianza ingenua, me arriesgo con total conciencia del riesgo, de cuan doloroso, peligroso, vulnerabilizante e hiriente puede ser y con la conciencia de que confío en mi cuerpo, mi mente y mis emociones… y eso… esa confianza, la tengo que reforzar, por que ello me pone por sobre mucha gente, que va por la vida resistiéndose al riesgo, a lanzarse al vacío, de correr en la nada sin certeza alguna, cerrándose por el miedo y evitando experiencias por lo doloroso que puede llegar a ser, pero por ello se pierden de todo lo demás y no desarrollan resistencia, ni defensas ni conciencia propia…
Y sí, también estoy conciente de que por momentos, en estos últimos tiempo, mi resistencia amino, que por momentos he llegado a perder la cordura por que no encuentro compensación por el riesgo entre lo placentero y lo doloroso… por eso, necesito silenciar todo, para reconocerme, para reforzarme, para recuperar la confianza en esa fuerza, resistencia y conciencia… necesito, por un momento, alejarme de las piedras filosas, de las semillas que calan, de las plantas con espinas, para pese a no tener los estímulos placenteros, poder, en un estado neutral, sentirme por mi misma, hacia dentro, hacia fuera…
Y no, no es una batalla ganada, ni mínimamente, me falta mucho para controlar a la bestia, pero esta lucha solitaria insisto, es a muerte y tengo que tener las mejores armas de mí para que desaparezca totalmente o dejarla muy guardada por un buen tiempo…