En la época en la que solía meditar seguido, algún instructor me llegó a decir que un buen paso cuando acostumbras meditar, es el crear en tu mente TU lugar, ese oasis mental al cual puedas ir cuando necesitas desaparecer de este plano e irte a pasar una temporada para retomar fuerzas, para encontrar respuestas, para descansar, un lugar que sea solo tuyo y creado por tu mente… yo tenía muy claro ese lugar, un lugar paradisíaco y surrealista, una mezcla de selva agreste con el país de las maravillas, un lugar de juego y sueño, de vuelo y de tierra bajo los pies, con un fresco olor a verde. Y siempre pensé que en ese lugar que había creado en mi mente había nacido, antes de decidir ser un hada urbana…
Pues bien, ese lugar existe, y me ha sorprendido tanto el encontrarlo, que hasta me provocó escalofríos el estar frente a tal lugar, similar a mi reacción al toparme de frente con mi hermano-amigo imaginario, siendo separados solo por una fuente… pero en esta ocasión no huí, me quede a vivirlo, descubrirlo sentirlo, sudarlo, inhalarlo, devorarlo con los ojos y con cada poro de mi piel… ese lugar se llama Las Pozas, y está en Xilitla, en San Luis Potosí…
Ha sido el lugar que más me ha sorprendido en mi vida, como un deja vü de años… ni una playa virgen en el estado de Guerrero, ni las paradisíacas islas tailandesas me han dejado tan marcada, ni me han sorprendido y fascinado tanto… muy probablemente tenga que ver el hecho de encontrar, por decirlo de alguna manera, mi origen.
La recomendación dada previamente para conocer tal oasis mental y tangible, fue algo así como “un inglés loco se instaló ahí y construyó un castillo y esculturas muy locas, todas surrealistas” o algo así…
Lo cual si legue a oír en varias ocasiones sobre gente que había estado ahí, o había oído hablar del lugar… y pecando de clavada, para no variar, ahora hasta me resulta hiriente una descripción tan parca y superficial de Xilitla, Edward James y las Pozas.
Edward James fue un aristócrata Inglés, al que no le gustaban las reglas de la misma, que tuvo una infancia de una vívida imaginación, con un mundo interior sumamente rico provocado por la frialdad materna. Una mente surrealista desde su origen, que vivía y conocía su subconsciente y las imágenes del mismo. Los aristócratas lo tachaban de loco y reprochable comportamiento anti aristocrático y los artistas de la época no lo aceptaban tildándolo de “rico sin talento”.
Aun así, muchos seres creadores como Picasso, Huxley, Carrington, Dalí, Remedios Varo, Brecht, formaron parte de su círculo de amigos. Cuando algunos de ellos iban comenzando su carrera, se volvió su mecenas, y cuando nadie daba un peso por ellos, el los apoyó, o sea que incluso podríamos agradecerle que artistas tan importantes, no dejaran de lado su creatividad por poder comer.
Se enamoró perdidamente de una bailarina, que después de todo solo lo estaba usando.
Era amante de las orquídeas y en su búsqueda por crear un jardín inmenso de orquídeas, llegó a Xilitla. Era un amante de la naturaleza, de los animales y del arte, aunque admito que había muchas concepciones personales con respecto a los primeros dos puntos que le hubiera criticado.
En esta etapa de mi vida, y por lo que he pasado últimamente, me entraron unas ganas de haberlo conocido en persona, es precisamente el tipo de persona que me hace falta ahora en mis días, un guía, un amigo con experiencia de vida, un ente con el cual discutir y compartir puntos de vista sobre mis pasiones, el arte y el medio ambiente.
Me hospedé en el castillo que el construyó para su administrador, Plutarco Gatelúm, en el pueblo de Xilitla. Una casa Hotel de lo más divertida y de ensueño. Llena de pasadizos, de múltiples caminos para llegar al mismo lugar, de repente puedes toparte con unos pies caricaturescos que te dan la bienvenida, y caminando un poco, te topas con un mural de Carrington, unas manos que sustituyen a vigas, unas escaleras de caracol que te acercan al cielo, una tina rodeada de ventanales luminosos, una mini escultura de un hongo con un ave del paraíso, o un cuadro del famoso teléfono langosta que Dalí hizo por encargo para James. Una casa inspiradora en la que podías hacer lo que quisieras, desde nadar por la noche, usar la sala común para ver una película (en la que vi el documental de su vida), explorar todos los laberintos, caminos y escaleras, hasta quedarte en el balcón a oscuras viendo los rayos caer al lado de ti, mientras el pueblo se queda sin luz, y todo vibra por la cercanía del impacto.
En algunas ocasiones cerré los ojos y me imaginé dentro de aquel círculo de amigos sentados alrededor de la mesa, bebiendo, platicando, bromeando y compartiendo. Que agradable imaginar el pasar la noche en una habitación en la que probablemente la Carrington pernoctó. Muy agradable el hecho de que en lugar de una biblia, hubiera en la mesa de la lámpara un libro de la vida de Buda.
Pero lo más imponente fue el ir a las Pozas. Desde el camino ya no podía dejar de sacar fotos, la vegetación tan abundante, los sonidos de insectos y animales, las miles de mariposas por todos lados. En ese camino conocí a un par de arañas de piernas largas y colores brillantes, así como una mariposa con alas trasparentes como de libélula. También hubo la mancha de sangre al conocer el rastro del lugar. Dos kilómetros a pie que se recorren en mas de una hora si se es lo suficientemente observador y se permite ir abriendo las puertas del asombro.
Hasta que gradualmente te van dando señales de llegada la aparición de un portón inmenso, un barandal de columnas como botones de flor y a lo lejos, una construcción sin muros, con escaleras sobre el vacío que solo de verlas puede provocar vértigo.
Y eso fue solo la bienvenida.
Antes de ir, cuando me hablaron del lugar, me imaginaba una pequeña zona saturada de esculturas y estructuras en medio de la selva. Pero al llegar ahí, nos tomó dos días el recorrer el lugar saliendo al segundo día ya con las puertas cerradas y quedándonos con ganas de recorrerlo nuevamente con más calma.
El primer día, pese a ir con mapa en mano, decidimos recorrer el lugar conforme se fuera presentando, ir descubriéndolo, y resultó ser aun más mágico de como había creado MI lugar en mi mente, y eso que tengo una imaginación muy grande.
Es un inmenso laberinto que cualquiera desea conocer cuando se es niño y la absurda cerrazón “adulta” borra por la frustración de no encontrar. Caminos de rocas que te llevan a encontrar serpientes de piedra, un hongo con ave del paraíso, pero ahora en colores y de 5 metros de altura, encontrarse en una bifurcación de caminos y dejar que el instinto te lleve a un lugar en el que encontré la casa de mis sueños, una estructura que vista desde arriba parece una estrella, con puertas de metal decoradas con círculos y estrellas y que después de entrar en ella, un camino te lleva a una construcción en espiral de 3 pisos con esculturas de flores acidas (en donde me vi recibiendo un amanecer u observando la caída del sol tras un días de vivir ahí), sin barandales en las escaleras angostas, que cuando te llevan a la parte más alta, desde la cual se ve otro camino que lleva a un estanque en forma de ojo en el cual Edward quería bañarse y que en la poza externa hubiera peces. Otros arcos emergen de la nada con extensiones alargadas que parece que te quieren cargar y llevar a la punta de un árbol, una casa se aparece por entre la vegetación y por su altura te dan la impresión de que bajo ella puede pasar la corriente de un monzón o una horda de animales salvajes, otra construcción habitable demuestra su respeto al entorno al tener un árbol que crece desde el suelo y en cuyo techo se dejó un gran agujero para que este creciera sin interrupción alguna, un marco circular que te hace sentir como dentro de un dibujo esférico, unas pétreas cornetas en formación que parecen orquídeas ejecutadas por inmensos insectos, una entrada por otro lado, parece un inmenso anillo creado para recibir el paso de la reina roja de Alice, otro camino decorado por un barandal del símbolo de espadas de naipes de roca, una sala subterránea que incluso tiene una chimenea, murales de bamboo de concreto, otro camino lleva a una inmensa flor emergiendo de una fuente de colores, como si fuera la más grande flor que alguien pudiera encontrar en el camino, si uno es paciente, y un poco arriesgado, hay otros caminos más frágiles y escondidos que después de una larga caminata, te premian con una explanada con tres cruces, tras la cual la selva tiene un claro lleno de mariposas hermosas, como una gran mariposa azul cielo eléctrico, cuyo aleteo se escucha como el de un pájaro y en donde conocí también una curiosa mariposa blanca delineada en negro con un borde rojo y en cuyas alas, al centro, porta el número 88. En si, a lo largo de todo el camino, uno se puede topar con una inmensa gama de insectos poco comunes, como un cien pies blanco y negro, u otro lila, un gusano negro que parece tener un suéter verde intenso, una planta llamada flor de la pasión que es de un rojo brillante y de punta amarilla, orquídeas blancas o moradas, una gran variedad de arácnidos que incluso se disfrazan ocultando un par de patas…
Y para como un regalo tras la larga caminata, el llegar a una cascada de agua helada y transparente que cae con fuerza en la cual te puedes bañar y si sigues su cause, puedes llegar a la zona de profundas pozas.
Todo esto, que resulta mínimo comparado con la magnitud de lo que en realidad es, esta ya formando parte de la naturaleza, el musgo y la vegetación se lo están tragando, decorando naturalmente los muros, escaleras y esculturas, tan cómodo es para los organismos, que hasta les place crecer sobre un arco de concreto, o envolver una columna, como si siempre hubiera estado ahí, como si fueran parte del lugar desde su origen…
Por las noches, las intensas lluvias eléctricas, me regalaron mi 1er foto de un rayo cayendo frente a mis ojos. Noches oscuras, de esa oscuridad total que en la urbe no conocemos, iluminadas tan brillantemente que bien podrían representar por segundos un luminoso medio día.
No quería irme de ahí, aun no me resigno a no estar ahí, pero es bueno saber que existe y que ahí está, que siempre puedo volver y quizá pasar una temporada…
No he podido dejar de pensar en MI lugar, de tener conversaciones mentales con el espíritu, el recuerdo o la esencia de Edward James que he decidido alojar en mi memoria para agradecerle el que haya creado ese lugar y si, por que no, para regañarlo por tener ocelotes, venados, orquídeas y otras especies exóticas en un hábitat al que no perteneces.
Mis respetos a aquel hombre que si no encontró en este mundo su país de las maravillas, pudo crearlo y ayudó a que otros volvieran arte sus propios sueños, y que no ha sido reconocido por muchos, pero que como pocos, puede estar tranquilo con haber dejado un arte tan perdurable y en equilibrio con la naturaleza… por que es arte sin muros, sin guardias, sin poses…
Hay James, solo me hubieras regalado una tarde completa de hablar de todo y nada…
Algunas de las fotos: http://www.flickr.com/photos/urban_fairy/show/
4 comentarios:
lo mejor de la vida es encontrar sin buscar.
El amor, la felicidad y la paz (aunque se lea romántico e iluso, utópico incluso) creo que son proceso, no meta.
Las hadas imagino que disfrutan el vuelo no sólo por el destino sino por el vuelo mismo.
¡Que estés bien y vueles con el viento refrescando tu sonrisa, hacia parajes oníricos y bellos, citadinos o boscosos! es mi deseo élfico.
Increible lugar, y que bueno que te hayas tomado el tiempo de poner en palabras (y fotos) aquello que a muchos nos hubiera gustado decir.
Gracias por el viaje, aunque en esta ocasión para mí fue sólo literario.
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