9.18.2006

miedo a volar...



entre otras líneas…
“todas las mujeres creen que son feas, incluso las guapas. Un hombre que comprendiera eso podría joder con más mujeres que don Juan. Todas creen que sus culos son demasiado grandes, sus pechos demasiado pequeños, sus muslos demasiado anchos. Incluso las modelos y las actrices, incluso las mujeres que son tan bellas que, en realidad, nada tienen que temer, están constantemente preocupadas”
“Lo que de ella aprendí, lo aprendí por el ejemplo, no por exhortaciones. Y la lección era muy clara: ser mujer significaba verse acosada, frustrada y siempre furiosa. Ser una mujer significaba verse partida en dos mitades absolutamente irreconciliables”
“todas las pruebas reunidas por este facultativo demostraban abrumadoramente que los artistas, como grupos, eran débiles, dependientes, infantiles, ingenuos, masoquistas, narcisista, malos jueces de carácter y sumergidos sin remedio en conflictos edípicos. Debido a su extrema sensibilidad, propia de niños, y a su necesidad de una madre, necesidad más acusada que en el común de la humanidad, siempre se sentían desamparados, con independencia de cuánto cariño materno hubieran recibido. En su vida adulta, estaban destinados a buscar madres por todas partes, y al no encontrarlas (nunca, nunca) inventaban sus propias madres ideales a través del artificio de su obra. Buscaban rehacer sus propias historias con una imagen idealizada, incluso en el caso de que esa idealización acabará pareciéndose más a una brutalidad que a una idealización. Por decirlo en pocas palabras, ninguna familia era tan perversamente trascendental como el novelista (o poeta) autobiográfico moderno imaginaba que era su familia. Desollar la propia familia era, en última instancia, lo mismo que idealizarla. Demostraba lo muy atado que uno estaba aún al pasado.”
“el mundo es un amante piojoso”
“usted no es una secretaria; es una artista. ¿Qué le hace pensar que su vida no será complicada? ¿Qué le hace pensar que podrá zafarse de todo conflicto? ¿Qué le hace pensar que puede ahorrarse el sufrimiento? ¿O la pasión? Hay algo que decir a favor de la pasión. ¿Se le puede permitir alguna vez y puede perdonarse por ello?
“-Usted es una puritana – declaró- y de la peor especia. Hace lo que le apetece, pero se siente tan culpable que no lo disfruta. En realidad, ¿qué sentido tiene?”
“-lo peor es cómo insiste usted siempre en normalizar su vida. Aunque se analice usted, su vida no será sencilla. ¿Por qué espera que lo sea? Quizá ese hombre forme parte de ello. Pero ¿por qué echar todo por la borda antes de darse tiempo a sí misma para decidir? ¿No puede esperar y ver que pasa más adelante?”
“… los existencialistas declaran que están completamente desesperados. Sin embargo, siguen escribiendo”
"no hay ateos en aviones atrapados en la turbulencia de una tempestad"
“Quieres amor, quieres intensidad, quieres sentimiento, quieres intimidad… ¿y en qué te quedas? En el mero sufrimiento. Por lo menos tu sufrimiento es intenso… la paciente está enamorada de su enfermedad. No quiere que la curen”
“Mi problema era que siempre quería ser la primera en todo. La primera en amor. La primera en sufrir y la primera en ansias. La primera víctima, la primera tonta… Si me metía en problemas constantemente, toda la culpa era mía por querer ser siempre la número uno. Escogí el más loco de los locos como primer marido, al más inescrutable como segundo, el más osado primer libro… No podría hacer nada a medias. Si iba a hacer el ridículo viviendo una historia con un cerdo sin sentimientos tenía que hacerlo en las narices de toda la comunidad psicoanalítica del mundo. Y para arreglarlo, debía fugarme y emprender un viajecito de borrachos que podía matarnos a los dos. La trasgresión y el castigo envueltos en un pulcro paquetito. Si no encuentran al destinatario, devuélvanlo al remitente. Pero ¿quién era el remitente? Yo yo yo”
“Nunca necesito una razón real para pensar algo. Ni necesito una razón real para sentir pánico”.
“Gemí abrazándome a mí misma, como el inmenso hijo que era. Intentaba mecerme para poder dormir. A partir de ahora, pensé, tendré que ser mi propia madre y mi propio consolador, y deberé acunarme yo misma para dormir. Quizá eso era lo que Adrián quería decir cuando hablaba de bajar al fondo de uno mismo para luego empujarse hacia arriba. Aprender la manera de portar la propia existencia. Aprender la manera de ser la propia madre. No pidiendo siempre ayuda a un analista, a un amante, a un marido o a un pariente. Me acuné. Dije mi propio nombre para intentar recordar quién era”
“La verdad es que las fantasías, fantasías son, y
Un ano puede vivir extasiada todos los días del año. Incluso si das portazo y te largas, incluso si jodes con todo el mundo a la vista, no te acercas más a la libertad, necesariamente”
“Porque si todo lo reduces a este nivel de indiferencia, deja de tener sentido. No es existencialismo, es insensibilidad. Acabas haciendo que nada tenga sentido. Acabas quedándote con lo opuesto a los que tú querías. Querías intensidad, pero has conseguido insensibilidad. Esto es autodestructivo”.
“El hombre bajo la cama nunca puede ser el hombre bajo la cama. Se excluyen mutuamente. Una vez el hombre sube, ya no es el hombre que deseabas”
“El superego se disuelve en alcohol. Mi superego se disuelve en Europa”
“¿Qué respuesta podía darle? Podía chillar y gritar que también yo era una niña, que me desharía si me dejaba, que iba a caer en una depresión nerviosa. Quizá. Pero no era su hija y a él no le cabía responsabilidad alguna. No tenía por que rescatarme. Ahora no era hija de nadie. Liberada. Profundamente libre. Era la sensación más aterradora que conocería en mi vida: como balancearse al borde del Gran Cañón y confiar en que va una a aprender a volar antes de llegar al fondo”
“Habían sido diseñadas para demostrar que yo no era una mujer corriente. Habían sido diseñadas para demostrar que me habían concedido un salvoconducto. Me agarré lastimosamente a mi condición de mujer excepcional, porque sin esto sería otra mujer solitaria por las calles”
“Cuando los hombres me seguían por las ruinas o me perseguían en coche por las avenidas, siempre me preguntaba por qué me sentía tan insultada, como si me escupieran encima y furiosa. Se suponía que era algo halagador. Se suponía que eso probaba mi feminidad. ¿Entonces por qué me sentía tan acosada? Debía de fallarme algo, pensaba. Solía intentar una sonrisa y apartarme el pelo para demostrar que estaba agradecida. Y acto seguido, me sentía como una tramposa ¿porqué no estaba agradecida por verme acosada?”
“Decía que los hombres intentaban ligar conmigo constantemente por que yo les expresaba mi disponibilidad según lo expresaba él. Porque me vestía de manera demasiado sexy. O me peinaba de forma demasiado caprichosa. O algo. Me merecía que me atacaran, en pocas palabras”
“Porqué siempre que rechazabas a un hombre –le rechazabas sinceramente y de todo corazón- el hombre persistía en creer que lo hacías por coquetería”
“Supongamos que me hubiera acercado a uno de aquellos hombres y supongamos que el me hubiera rechazado, que hubiera mirado para otro lugar, demostrando disgusto o asco. Entonces ¿qué? Inmediatamente me hubiera tomado muy a pecho el rechazo, hubiera creído que me había puesto en ridículo, me hubiera echado la culpa a mí misma por ser una mujer perversa, una puta, una marrana, una perturbadora del orden… inmediatamente hubiera echado la culpa a mi propia falta de atractivo, no a la renuencia del hombre, y me hubiera sentido deshecha durante días por su rechazo. Sin embargo, un hombre acepta que la negativa de una mujer forma parte del juego. O, en cualquier caso, muchos hombres lo aceptan. Cuando un hombre dice no, es no. Cuando una mujer dice no, es sí o quizá. Incluso cuenta un chiste para probarlo. Y poco a poco, las mujeres empiezan a creer en esta imagen de sí mismas. Finalmente, después de siglos de vivir bajo la sombra de tales presunciones, ya no saben lo que quieren y nunca pueden decidir acerca de nada. Y los hombres naturalmente, redondean el problema burlándose de ellas por su indecisión y echando la culpa a la biología, a las hormonas, a la tensión premenstrual”
“Hombres y mujeres, mujeres y hombres. Nunca funcionará, pensé. Retrocedí a la época en que los hombres eran cazadores y luchadores ritualistas y las mujeres se pasaban la vida preocupadas por el embarazo o por morir en parto. A menudo los hombres debían tomarlas contra su voluntad. Los hombres se quejaron de que las mujeres eran frías, insensibles, frígidas… querían a sus mujeres lascivas. Querían que sus mujeres fueran unas fieras. Ahora finalmente las mujeres estaban aprendiendo a ser lascivas y fieras… y ¿qué sucedía? Los hombres perdían el ánimo… “
“Cuanta más pasión mostraba yo, más frío era él. Cuanto más arriesgaba para estar a su lado, menos deseaba él arriesgar para estar conmigo. Verdaderamente ¿era así de sencillo? ¿Acaso se reducía todo a lo que mi madre me había dicho años atrás acerca de ´hacerse la dura’? Parecería cierto que los hombres que más me amaron fueron aquellos ante los cuales yo me mostré más despreocupada. Pero ¿qué diversión había en ello? ¿Qué sentido tenía? ¿No se podía reunir alguna vez fhilos y eros, por lo menos por un periodo breve? ¿Qué sentido tenía esta ronda constante de pérdidas alternadas, este constante ciclo de deseo e indiferencia, indiferencia y deseo?”
“¿quien dijo que la vida era fácil? Nadie”
“A mi me parece así. No es algo terrible…: quiero decir que puede ser terrible, pero no es perjudicial, no envenena seguir sin algo que uno no quiera verdaderamente… lo terrible es pretender que lo de segunda clase es de primera. Pretender que no necesitas amar cuando lo necesitas, o que te gusta tu trabajo cuando sabes demasiado bien que eres capaz de mejorarlo…”
“Había perdido peso durante nuestro extraño viaje, pero aun estaba bastante gorda según los cánones de la moda; no obesa, sólo con cuatro kilos de más para que me sentara bien un bikini. Pechos de tamaño medio, culo grande, ombligo hundido. Algunos hombres aseguraban que les gustaba mi cuerpo. Sabía (como uno sabe cosas que no acaba de creer) que me consideraban bonita y que algunos incluso consideraban atractivo mi culo grande, pero yo despreciaba cada gramo de más. Había sido una lucha eterna: aumentar peso, perderlo, volver a ganarlo con intereses. Cada gramo extra era una prueba de mi debilidad, desidia y autoindulgencia. Cada gramo extra probaba cuanta razón tenía despreciándome, qué vil y asquerosa era”
“quizá mi fuga no se debía a maldad de mi parte, ni a ninguna deslealtad por la que precisara pedir disculpas. Acaso fuera una especie de lealtad para conmigo misma. Una manera drástica, pero necesaria, de cambiar mi vida. Uno no tiene por que pedir disculpas si quiere ser el dueño de su propia alma. Tu alma te pertenece… para bien o para mal. Cuando ya todo se ha dicho y hecho, es todo cuanto te queda”
“El verdadero problema de las mujeres es que siempre deben seguir adelante en su intento de adaptarse a las teorías de los hombres sobre las mujeres”
“No pensar, no analizar. No pensar, no analizar y no preocuparse”
“De poco depende la felicidad: ¡una farmacia abierta, una maleta no robada, una taza de capuchino! Repentinamente, me sentí muy consciente de los pequeños placeres que procuraba el estar viva.”
“¿qué ven los enamorados en los ojos de su pareja? ¿Se ven mutuamente?”
“La gente no nos completa. Nos completamos nosotros mismos. Si no tenemos el poder de completarnos nosotros mismos. Si no tenemos el poder de completarnos, la búsqueda del amor se convierte en una búsqueda de la auto aniquilación. Luego intentamos convencernos de que la autoaniquilación es amor”
“Miré mi cuerpo. El mismo. La V rosada de mis muslos, el vientre blanco, los pechos medio flotando, los pezones arrebolados y rosados por el agua que desprendía vapor. Un cuerpo bonito, el mío, decidí quedármelo. Me abracé. Era mi miedo lo que echaba en falta. La fría piedra que había llevado dentro de mi pecho durante veintinueve años había desaparecido. No repentinamente. Y quizá no fuera para bien. Pero había desaparecido”
“La vida no tiene argumento”
“¿Hasta que punto podemos no comprometernos cuando estamos desnudos?”
“Recordé al inventor sin nombre de la bañera. De alguna manera, estaba segura de que había sido una mujer. Y de que el inventor del tapón del baño fue un hombre”